domingo, 28 de enero de 2018


Salud Bucal

 

Desde la oficina de farmacia se contribuye a la educación sanitaria permanente sobre higiene dental, previniéndose la aparición de caries y de enfermedad periodontal.


El dolor dental es, sin duda, una de las causas más comunes de consulta al farmacéutico, frecuentemente debido a que el temor que siente el paciente hacia todo lo relacionado con el dentista le retrae de tal forma que descuida por completo su boca. Obviamente, el primer objetivo del farmacéutico en este aspecto es combatir dicho retraimiento y encauzar debidamente a estos pacientes hacia la consulta odontoestomatológica, para lo que es preciso que el farmacéutico explique con claridad los importantes riesgos que dicha intervención odontológica evitaría. Adicionalmente, desde la oficina de farmacia pueden facilitarse algunas medidas para paliar el dolor y, especialmente, realizar un mantenimiento permanente de la higiene dental, fundamental para la prevención de la caries y la enfermedad periodontal.
A partir de los 35 años de edad, el 92-94 % de la población adulta tiene caries, y entre el 85 % y el 94 % de la población española mayor de 35 años presenta algún problema relacionado con las encías. En todo caso, la higiene oral es una medida fundamental para la eliminación de la placa bacteriana y la prevención del proceso cariógeno y la patología periodontal.
Entre las medidas de higiene oral o bucal más importantes y asequibles se encuentra el cepillado dental con o sin uso de la seda dental. El paciente debe ser instruido sobre la técnica correcta de cepillado dental, que puede incluir el cepillado dorsolingual. El tipo de cepillo (tamaño y forma, consistencia de las cerdas, uso personal estricto para evitar contagios, renovación aproximada mensual), las maniobras de cepillado (manual o eléctrico en algunos pacientes con dificultades motoras), el tipo de pasta dentífrica (anticaries, de blanqueamiento, antihipersensibilidad dentinaria, etc.) y el uso de seda dental (tipo y grosor) u otros sistemas de higiene dental dependen de las características del paciente y deben ser aconsejados por el facultativo, el cual puede también recomendar medios auxiliares de higiene (como los colutorios), así como la conveniencia de limpieza por el odontoestomatólogo. Debemos recordar que el uso indiscriminado o no controlado de antisépticos puede enmascarar la progresión de periodontitis coexistente con otras infecciones bucales leves.
El colutorio es un lavado o enjuague de la boca con un medicamento antiséptico en solución destinado a mejorar o mantener la higiene dental. El enjuague bucal puede completarse o no con un gargarismo, éste está más específicamente indicado en las afecciones de la garganta, es decir faringoamigdalitis o incluso laringitis. Aunque el colutorio es una forma de administración de medicamentos bien conocida, conviene recordar y realizar algunas precisiones:
·                         Debe insistirse al paciente sobre el carácter tópico o local de la medicación y, por tanto, que no debe ingerirla o tragársela de forma voluntaria. Sin embargo, es inevitable la deglución de una pequeña cantidad del colutorio, lo cual no debe ser motivo de preocupación.
·                         El paciente debe comprender que para favorecer el contacto del producto con las superficies a tratar, el enjuague debe tener una duración mínima de 30 segundos antes de expulsarlo. Durante ese tiempo, el líquido debe movilizarse por la boca utilizando la musculatura de los carrillos. En ocasiones, si la adhesividad del producto es baja, se puede recomendar que el enjuague bucal se retenga durante un tiempo de hasta tres minutos (según las indicaciones de la ficha técnica y del prospecto). Alternativamente, puede recomendarse una mayor frecuencia de enjuagues al día.
·                         Otro aspecto sobre el que debe llamarse la atención del paciente es la dilución o no de la solución tópica para enjuagues. Hay colutorios que pueden ser utilizados directamente para el enjuague bucal porque ya están preparados a la concentración apropiada, mientras otros deben diluirse a la mitad o incluso en mayor proporción de agua. Por tanto, hay que leer y seguir las instrucciones del fabricante, pero el farmacéutico debería ofrecer su cooperación en este aspecto que puede no ser fácilmente comprensible para el paciente, explicándole si es necesario las equivalencias volumétricas de medidas vulgares pero prácticas como la cucharada, el vaso de agua, etc. El uso del colutorio a una concentración inapropiada puede ocasionar reacciones indeseables como irritación, sobre todo para ciertos antisépticos (v.g., formaldehído, pero también clorhexidina y otros). Aquellos colutorios preparados en solución alcohólica también pueden resultar irritantes, sobre todo en determinados pacientes (niños y ancianos) y debe advertirse que el uso prolongado de soluciones alcohólicas es perjudicial para la mucosa oral.
·                         Con el enjuague se pretende una actuación amplia en la cavidad oral. Si por el contrario interesa una actuación más puntual, se indicará su aplicación en el sitio de la lesión mediante “toques” utilizando una espátula, o bien una torunda o palito con algodón en la punta. Si se usa espátula debe limpiarse antes de reintroducirse en el frasco para no contaminar la solución y, si se usa un aplicador de algodón, debe ser desechado tras su utilización.
·                         En ocasiones, los productos tópicos vienen en forma de aerosol para utilizar con un spray dirigido al sitio de la lesión. También es frecuente la presentación en forma de gel para aplicar sobre la lesión, intentando mejorar con esta forma farmacéutica la adhesivididad y permanencia del producto.
·                         Otro aspecto es el del control o seguimiento del paciente. Algunos productos están indicados para paliar síntomas leves y, por ello, es preciso indicarle al paciente que el producto debe ser utilizado solo temporalmente, con la advertencia expresa de que debe consultarse a un odontoestomatólogo, ya que en ocasiones el uso de antisépticos, antiinflamatorios o analgésicos-anestésicos puede enmascarar y dificultar el diagnóstico de un absceso dental, una periodontitis u otro cuadro subyacente.
Es importante preguntar a las mujeres de edad madura (a partir de los 55-60 años) sobre la utilización de tratamientos para la osteoporosis y, en particular, sobre el uso de bifosfonatos (alendronato, etc.), debido a las complicaciones que se han presentado con su uso en odontología. Ya en 2003 aparecieron los primeros casos de osteonecrosis en los maxilares en pacientes tratados con bifosfonatos. Esta complicación aparece con más frecuencia cuando se efectúan extracciones o cirugía oral con exposición del hueso y heridas que no cicatrizan. Después de 3 años de tratamiento con bifosfonatos por vía oral o 3 meses por vía intravenosa se considera que el paciente entre en el periodo de riesgo de producirse osteonecrosis si se efectúan el tipo de intervenciones ya comentadas. En los pacientes que toman estos fármacos, son cruciales las medidas de odontología preventiva, las revisiones periódicas cada poco tiempo y tratar de evitar las cirugías.
Finalmente, recordar que la aparición de caries y enfermedad periodontal es de tipo multifactorial, estando implicados en diverso grado la acumulación física de la placa, la falta de higiene, el consumo de tabaco, la dieta rica en glúcidos (especialmente, azúcares simples), el estrés y las prótesis mal ajustadas. La reducción de la ingesta de azúcares simples y una alimentación adecuadamente balanceada previenen la caries dental y la pérdida prematura de los dientes. Dejar de fumar y reducir el consumo de alcohol disminuye el riesgo de periodontopatías y de pérdida de dientes; la exposición a largo plazo a niveles óptimos de fluoruros reduce el número de caries tanto en los niños como en los adultos.

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